domingo, 9 de septiembre de 2007

Nuevo mesianismo

El profesor corrió por el bosque con la noticia escrita en un papel y llegó al instituto jadeando y esgrimiendo aquella insólita solución como si fuera una bandera. Al principio nadie pudo comprender lo que decía, pero en cuanto se bebió el ponche que el bedel le acercó a los labios, explicó a todo el mundo el descubrimiento: 2 más 2 eran exactamente 4,12. Nadie dijo nada y el profesor, arremangado y nervioso, comenzó a escribir su teoría en una de las pizarras. Nadie comprendía nada de aquellos símbolos, pero como el profesor tardó seis horas en exponer con tiza sus reflexiones, y como lo hizo no sólo en las pizarras del centro sino también en las paredes y los cristales de las ventanas, todos saltaron de alegría y lo sacaron a hombros del instituto lanzando gritos al cielo. El profesor sonreía, entre azorado y feliz cuando llegaron a un barrizal. Los alumnos arrojaron entonces al pobre profesor al lodo, que quedó pinchado por la cabeza y completamente desconcertado. Cuando consiguió salir de la tierra, los alumnos y profesores habían desaparecido. Sentado en el suelo, con la cabeza llena de barro, llegó a la alegre conclusión de que aquella felonía respondía exactamente a su hallazgo: era la prueba física que constataba la matemática descubierta. El preciso correlativo. Algo así no habría podido ser premiado con la lógica anterior. Sólo si 2 más 2 hubieran sido 4 exactamente, el profesor hubiera sido galardonado a la antigua usanza. Pero ahora, acabar en el barro, despreciado y humillado, era la prueba de su inteligencia, de su éxito. La lógica había mutado. Por eso él, en lugar de irse contento, se fue a su casa verdaderamente molesto.

No hay comentarios: